En un acto de gratitud y cariño que ha conmovido a todos, los niños de la comunidad indígena de Canaima se despidieron del médico cirujano José Ángel Serrano, quien dedicó casi dos años de su vida a cuidar de esta población. Lo que debía ser un año de servicio obligatorio se convirtió en un compromiso de corazón, dejando una huella imborrable en la memoria de sus habitantes.
El joven médico fue sorprendido con una emotiva ceremonia de despedida, donde los rostros alegres de los niños, globos dorados y pancartas de agradecimiento crearon un ambiente de ternura y respeto. Visiblemente emocionado, Serrano no pudo contener las lágrimas al ver el profundo cariño que la comunidad le demostraba.
Aunque su servicio social profesional solo requería un año en el campo, José Ángel decidió quedarse un segundo, impulsado por el deseo de seguir ayudando a las familias y a los niños de Canaima. Su labor no se limitó a las consultas médicas; también participó activamente en jornadas sociales y campañas de salud, demostrando un compromiso que iba más allá de su profesión.
En sus propias palabras, el médico describió a Canaima como una comunidad que «te atrapa y conecta por su sencillez, humildad y resiliencia». Este vínculo, forjado con respeto y amor, fue la razón de su entrega incondicional.
La despedida, amenizada con la música de los niños y carteles de bendición, fue el símbolo de la partida no solo de un médico, sino de un amigo. José Ángel Serrano deja Canaima con la certeza de que su legado de bondad, empatía y solidaridad ha quedado grabado en el corazón de cada persona a la que ayudó.
Fotos: Agencias
Reporte Relámpago